Alexia Delgado

Alexia Fernanda Delgado Alvarado nació el 9 de diciembre de 1999 en Tepic, Nayarit. Empezó practicando gimnasia y ballet cuando era muy pequeña, pero no era algo que le gustara tanto. Su hermano mayor empezó a jugar futbol en el equipo de la escuela donde ambos asistían, lo que llamó su atención y con el tiempo empezó a practicar con él en casa.

Cuando Alexia le dijo a sus padres que quería entrar a un equipo de fútbol, no la tomaron en serio, pero aceptaron que entrara al equipo de la escuela pensando que con el tiempo perdería el interés como lo había hecho con la gimnasia y el ballet, pero ocurrió todo lo contrario.

El equipo al que llegó estaba formado por niños más grandes que ella. Al principio escuchaba comentarios cuando llegaba a los partidos donde cuestionaban que una niña jugara fútbol pero nunca le importó y con el paso del tiempo, los demás equipos dejaron de sorprenderse al verla jugar, hasta que eventualmente encontró un equipo femenil donde las jugadoras eran mayores que ella. Su madre no estaba de acuerdo en que jugara fútbol pero cuando se dio cuenta que era algo que realmente amaba hacer, no dejó de apoyarla.

En ese tiempo se acercaron visores de la Selección Femenil de Nayarit y la invitaron a entrenar con el equipo. Cuando tenía 13 años, Leonardo Cuéllar organizó unas visorías en su ciudad y tras varias pruebas y partidos disputados, la eligió junto a otras 9 niñas para que fueran parte del grupo de jugadoras a las que harían seguimiento. En ese entonces tenían que entrenar dos veces cada quince días en el Centro de Formación de Monterrey o Guadalajara para poder ser evaluadas por Selecciones Nacionales y tener una posibilidad de estar en alguna convocatoria con el tricolor. Su padre y ella viajaron en camión desde Tepic durante un año para asistir a estos entrenamientos. Al principio iban todas las niñas con ellos, pero poco a poco dejaron de ir. Algunas porque era pesado el trayecto o porque demandaba un gasto que ya no se podían permitir, hasta que al final solo quedaron ellos dos. 

El papá de una de las niñas que entrenaba en el Centro de Formación de Guadalajara, les comentó sobre la posibilidad de conseguir una beca deportiva en una escuela privada en Zapopan y les ofreció su casa para que Alexia pudiera vivir. Tras meditarlo y convencer a su familia que era algo que deseaba, Delgado se mudó de ciudad, se instaló con la familia que la acogió y por fin pudo entrenar todos los días. Al poco tiempo, llegó su primera convocatoria para Selección Nacional, siendo de las primeras convocadas para la recién creada categoría Sub15, donde Mónica Vergara era la Directora Técnica.

Su primer torneo con el tricolor fueron los Juegos Olímpicos de la Juventud con la categoría Sub15 en Nanjing 2014, donde obtuvo la medalla de bronce. Disputó el Campeonato Femenino Sub17 de la Concacaf en Granada 2016, donde ganó medalla de plata. 

Tener a su familia lejos le ayudó a adquirir un grado de madurez distinto al de sus compañeras, por lo que fue nombrada capitana de la Selección para disputar la Copa Mundial Sub17 de Jordania  en 2017, donde compartió equipo con Jimena López y Lizbeth Ovalle, quienes se han mantenido hasta hoy en Selección Mayor. Fue campeona de la Concacaf  en Trinidad y Tobago 2018, tras vencer a Estados Unidos por primera vez en la categoría con lo que ganaron su boleto para ir a la Copa Mundial de Francia 2018.

Representó a México en el Primer Seminario Juvenil de la FIFA, donde las capitanas de las selecciones participantes del Mundial recibieron capacitación para desarrollar habilidades de liderazgo. Participó en la Copa Chipre de 2019 y 2020, donde tuvo oportunidad de jugar con la Selección Mayor.

Cuando se anunció la Liga MX Femenil, Leonardo Cuéllar la invitó a jugar en el Club América, una oportunidad que no pudo rechazar por ser el equipo de sus amores. Disputó 18 partidos, 13 de ellos de titular, sin embargo, poco tiempo le duraría la alegría de vivir esta experiencia. Desde antes que firmara con América, la Universidad de Arizona en Estados Unidos le ofreció una beca para continuar con sus estudios, y aunque tuvo algunas dudas respecto a quedarse con las águilas o dar el paso hacia el fútbol colegial, finalmente decidió aceptar la beca y se mudó al país vecino.

Ser estudiante atleta era una de sus aspiraciones más grandes, no sólo por el nivel académico sino también por la oportunidad de competir a un nivel alto y desafiarse a sí misma. En diciembre del 2021 se graduó en Sports Business, pero decidió regresar para jugar con las Sun Devils, El equipo de su universidad, por un año más mientras termina su especialidad.

Para Alexia el fútbol es una pasión que le ha hecho probar sus propios límites y sabe que el sacrificio que ha representado alcanzar sus objetivos ha valido la pena. A sus 22 años tiene un recorrido impresionante que ha sido resultado de tomar decisiones difíciles de las cuales no se arrepiente. La resiliencia, los retos y superarse a sí misma han sido la clave para mantenerse enfocada en los objetivos que quiere alcanzar.

“El camino no es lineal. Siempre habrá altibajos, pero cada momento suma y te enseña algo. Recordar que estar arriba o abajo no dura mucho, hay que seguir esforzándose día con día.”

La llegada de Mónica Vergara al timón de la Selección Mayor, ha sido reencontrarse con alguien que estuvo en el inicio de su formación, tanto como Directora Técnica en la Selección Sub15 y como Auxiliar Técnica en la Selección Sub17. Si alguien la conoce y está segura del potencial y talento que tiene, es ella.

En este proceso mundialista buscará obtener el boleto que lleve al tricolor a Australia-Nueva Zelanda. Sabe que tiene que trabajar para demostrar todo lo que ha aprendido durante estos años en sus procesos en selección, clubes y el fútbol colegial.

Si alguien está preparada para afrontar este reto, es Alexia Delgado. La niña que viajaba en camión durante horas para entrenar y tener la posibilidad de ser contemplada alguna vez para vestir la verde, hoy debe estar contenta por todo lo que ha logrado y nosotros estamos seguros que esto no es ni de lejos la mitad de los sueños que le faltan por conquistar.


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