México Sub-17: un sueño que brilló en Marruecos
En Marruecos, un grupo de jóvenes mexicanas escribió una historia que inspira orgullo y esperanza. La Selección Nacional Femenil Sub-17 no solo jugó un Mundial: lo soñó, lo luchó y lo honró con el corazón.
Desde el arranque, el conjunto azteca mostró una combinación de talento juvenil y carácter. Aunque el torneo lo arrancaron con una derrota ante Corea del Norte (2-0) en la fase de grupos, el equipo supo reagruparse y remontar su camino para avanzar hasta las instancias finales.
En la fase de grupos se impuso 1-0 a Países Bajos, gracias a un gol de Citlalli Reyes al minuto 87. Luego, en octavos y cuartos, superó retos importantes: venció a Paraguay en los dieciseisavos y eliminó a Italia en los cuartos mediante tanda de penales.
Fotografía: Selección Nacional de México Femenil
En semifinales cayó 1-0 ante Países Bajos y, pese a la derrota, su entrega y defensa se destacaron: apenas tres goles concedidos en todo el torneo. Y en el partido por el bronce, la arquera Valentina Murrieta se convirtió en muralla y leyenda, atajando con el alma para regalarle a México un lugar en el podio del mundo. Su Guante de Oro fue el reflejo de un equipo dorado en espíritu.
Fotografía: Selección Nacional de México Femenil
Desde el primer silbatazo, estas chicas demostraron que el futbol mexicano tiene alma, garra y una pasión que no conoce fronteras. Enfrentaron potencias, cayeron, se levantaron y siguieron corriendo por la camiseta, por sus familias, por su país. Cada pase, cada gol, cada atajada y cada lágrima reflejaron la entrega de una generación que se niega a dejar de creer.
Este logro no es solo un resultado deportivo: es el reflejo de una generación que apuesta por el futuro, que trabaja con los pies firmes en la tierra y la mirada puesta en la élite mundial. Las futbolistas mexicanas de este equipo demostraron que en momentos de tensión saben hacerse grandes, que conocen la camiseta que portan y que llevan en sus pies el sueño de muchas más que están por venir.
Hoy, México celebra no solo una medalla, sino la convicción de que el futbol femenil juvenil ya tiene su espacio, su voz e impulso para seguir conquistando.
Gracias, guerreras. Por creer. Por inspirar.
Por demostrarle al mundo que las mexicanas también nacieron para brillar.

